Estilo de Crol

            por Atzaed Arreola



Cuando nado pienso que surco el montículo de olas
y salgo victorioso,
que puedo aguantar la respiración un poco más.
Incluso, el sabor a sal es un aliciente.
Aunque la marea esté llena de arrastre
me dejo llevar por su impaciencia.
Soy un simple empleado
que sufre los estragos
de tener mala condición física:
me dan ataques de pánico en la hora pico.
Siempre intento ocultarlo,
pero la gente me mira como discapacitado
en el transporte público.


Los fines de semana no salgo de casa,
me hundo por completo.
Siempre creo que cinco tazas de café
pueden ayudarme a salir a flote,
pero sólo provocan que corra
a contar insuficiencias en el espejo.
                He descubierto que esta actividad
                sólo prolonga el insomnio.


A veces nado en la sopa de letras
por treinta minutos,
no pretendo romper un récord,
es pura organización de pensamiento.
Pero olvido poner atención a la vida,
como a la mesera de la fonda;
ha dejado de lanzarme salvavidas en las servilletas,
ahora le sonríe a otros comensales.


El cloro de la alberca
dilata los vasos sanguíneos de mis ojos,
pero no me canso de explorar.
Juego a ser un astronauta marino,
para encontrar un meteorito
y ponerle mi nombre,
también, para estar más cerca del silencio.


Freestyle

            translated by Rachel Whalen



While swimming I think I crease the heap of waves;
I hold my breath a little more
and so I leave the victor.
Even the taste of salt charms me:
although the tide tugs, I let myself
get carried away by its impatience.
I am a simple employee
who suffers the havoc
of being in bad shape:
I get panic attacks in the heat of the day.
I always try to hide them
but in public transit people
look at me strangely.


Weekends I don’t leave the house,
I submerge myself completely.
I always believe that five cups of coffee
can help me stay afloat
but instead they provoke me
to count my insufficiencies in the mirror.
                I’ve discovered that this
                only prolongs my sleeplessness.


Once in a while I swim in letter soup
for thirty minutes at a time;
I am no record-breaker; I am merely
organizing my mind.
But I forget to pay attention to life
and to the waitress at the diner
who has stopped throwing me her napkin life jackets;
now she smiles at other guests.


The pool’s chlorine
dilutes my eyes’ blood vessels
but I don’t tire of exploring.
I aim to be the marine astronaut,
to find a meteorite
and put my name on it, too,
so I can be closer to silence.